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Por esta razón es más difícil superar una relación “tóxica”

El dolor por la finalización de una relación de pareja es inevitable, ese dolor incluso es necesario vivirlo y afrontarlo para poder crecer y madurar como personas, pero las relaciones complicadas, las relaciones llamadas toxicas, suelen ser mucho más complicadas de manejar al momento del rompimiento.

Cuando hablamos de relaciones toxicas hablamos de relaciones difíciles, complicadas, perjudiciales para nuestra salud física y mental sin embargo por alguna razón especifica, decidimos quedarnos ahí hasta que la finalización de dicha relación fue inevitable.

Para muchas personas suele ser difícil de entender porque finalizar una relación de pareja que resulto perjudicial es tan difícil de superar, si por lo contrario es mucho más sano no estar en esa relación de pareja.

Dos de las razones principales por las que cuesta tanto superar estas situaciones en primer lugar es el autoestima, que como bien sabemos una baja autoestima esta íntimamente relacionada con la dependencia emocional, la segunda razón sería una personalidad límite, donde existe un grave problema con el rechazo y temor al abandono, esa negación al rechazo hace difícil entender porque la pareja se va, porque nos termina aun esa relación sea la más caótica del mundo.

El finalizar esa relación de pareja para estas personas significa afrontar una realidad por ellos mismos, cuando estas personas no se sienten capaces de cuidar de si mismos, por eso la dependencia emocional es tan complicada, y difícil de afrontar, porque la persona se siente indefensa ante el mundo, y siente una enorme necesidad de que esa otra persona esté ahí para sentirse seguro o segura.

Es por ello que tener algún problema emocional muy dentro nuestro suele perjudicial para las relaciones complicadas, ya que muchas veces se vuelven un paliativo poco sano para ese problema emocional, que cuando la relación se termina detona esa situación interna nuestra, la cual no es consecuencia de la relación complicada, es simplemente una consecuencia natural de no haber trabajado en ello y sobre todo de no haber afrontado adecuadamente lo que ocurría dentro de la propia relación.