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La violencia del amor romántico en la narrativa de dos mujeres mexicanas

En América Latina, hay un incremento de hogares con jefatura femenina (Olhaberry & Farkas, 2012). En México, han pasado de 14% en 1970, a 17.1% en el 2010 (INEGI, 2017), estas estructuras denominadas monoparentales, van en aumento. El hecho es multicausal: puede ser la elección libre de la maternidad fuera de una relación, abandono de la pareja y/o separación. De acuerdo con algunas autoras (Arriagada, 2004; García & Oliveira, 2005; Oliveira, 2001), las separaciones en la pareja son resultado de la violencia doméstica asociadas al alcoholismo, drogadicción, pobreza, al aumento de la escolaridad de las mujeres, mayor independencia económica y/o a los cambios en los roles femeninos tradicionales; e incluso, una vez viudas, es poco probable que se unan en pareja nuevamente. No obstante los cambios que han dado las mujeres para formar familias con jefatura femenina o monoparentales, existe una estructura que las atraviesa, y esta se encuentra en el ideal de familia.

La familia se conceptúa como una construcción social, es decir, como un fenómeno que se ha formado a lo largo de la historia y que se encuentra atravesada por la categoría del género, repercutiendo en creencias y conductas de las personas que la integran. La estructura de la familia permite el funcionamiento de lo masculino/femenino, como universal e inmóvil, y contribuye a mantener el orden social (Jaiven, 2002). Uno de los elementos actuales bajo los que se sustenta la idea de familia, es la idea del amor. Para entenderlo, es relevante conocer las prácticas que conlleva, particularmente, el amor romántico, principalmente en las mujeres. Es decir, reflexionar cómo fue adquiriendo el amor romántico relevancia en las historias de vida de las mujeres y, de qué manera, la interacción en las relaciones con los otros ha reforzado el sostenimiento del amor romántico.

La narrativa como método de análisis del construccionismo social y género

El construccionismo es una aproximación teórica que explica la realidad no como algo dado, sino como una constante que se construye dentro de lo social. Permite comprender que muchas de las cosas que se han normalizado de la historia del pensamiento humano no son más que construcciones sociales. Estas prácticas sociales, se han estructurado en la relación con las otras personas, llevándolo a concebir y a entender el mundo de una determinada manera. No se pretende que esa visión sea absoluta e incuestionable, sino que más bien, es una forma de mirar el mundo y de explicarlo. De este modo, la construcción de la realidad, además de reivindicar la importancia de un contexto social, es también una manera de mostrar el carácter activo y generativo de las personas involucradas.

La propuesta del construccionismo, es que las personas nacen en un mundo construido y que, a través del lenguaje y la interacción, incorporan conceptos y categorías, que les permiten explicar y entender su espacio vital, al mismo tiempo que contribuyen a su construcción (Cabruja & Lupicinio, 2000; Gergen, 2006). A través de la narración, se puede tener acceso a dichos conceptos y categorías, en la que se manifiestan las ideas, pensamientos y creencias; las narraciones, son acciones que se manifiestan todos los días como género comunicativo (Gubrium & Holstein, 1998), en resumen, las personas, son lo que comunican.

El amor romántico y la violencia: dos polos de una forma de control

El romanticismo fue un movimiento ideológico que inició en Europa a mediados del siglo XIX como protesta al racionalismo predominante. La exacerbación del sentimiento fue su inspiración. La literatura y poesía aludían a la emoción, la libertad, el amor y la felicidad, la vida era entendida como una novela. La persona romántica abanderaba la libertad, la pasión y la melancolía; los sentimientos trágicos la envolvían al enfrentarse con una realidad que distaba de su ideal. Siguiendo a Barrón, Martínez-Iñigo, De Paul y Yela (1999), es justo en este periodo donde se hace la conexión entre el amor, matrimonio y sexualidad. Las uniones de pareja y la formación de la familia en los tiempos actuales se realizan con la idea predominante del amor romántico gestado en esa época. De acuerdo con Lipovetsky (1999), “la creación poética del amor transformó de manera tan profunda la sensibilidad, los modales, las relaciones entre hombres y mujeres” (p. 15), así, con el sentimiento de amor romántico se establecieron formas de manifestarlo genéricamente diferenciadas y socialmente construidas, dejando un ideal perdurable en la conciencia; además de una serie de emociones trágicas y comportamientos silenciosamente violentos.

Este amor se materializó a través de la autorrealización, de la idealización de un imposible por el cual, particularmente, “las mujeres son capaces de dejarse morir” (Coria, 2004, p. 17); ya que tiene como principal característica la tragedia, es decir, el sufrimiento convertido en virtud (Lagarde, 2001). Los peligros de esta construcción social del amor romántico en la pareja es que, para demostrarlo las mujeres deben sufrir, expresar el sufrimiento en su corporeidad, pues a mayor sufrimiento, más significación de amor hacia la persona amada. En este proceso de socialización romántica, las mujeres anteponen las necesidades de otros a las propias; la sumisión, pasividad o falta de iniciativa son características de las mujeres. Las mujeres suelen creer que, su principal deber es amar (Largarde, 2001) y que en la medida que atienda lo que los otros necesitan, va a tener garantizado el amor (Esteban & Távora, 2008), construyendo su subjetividad bajo la concepción de amor en la pareja a imagen y semejanza de amor maternal, altruista, incondicional y abnegado (Coria, 2004).

Diana y… uno de esos amores tontos

Tiene 36 años, no terminó de estudiar el bachillerato. Vive en casa de su papá y mamá, junto con sus dos hijos de 12 y 8 años de edad. Diana no tiene un trabajo fijo remunerado, vende zapatos u otras mercancías para obtener dinero. También busca los apoyos del gobierno. Actualmente estudia estilismo. Vivió en unión libre con el padre de sus hijos durante cuatro años, y se separó hace 8 años, misma edad del hijo menor. Se significa como madre soltera, ya que el padre de sus hijos, después de la separación, no le ha proporcionado apoyo económico. Y tampoco hay relación cercana entre el padre con sus hijos. Ella se describe así:

Entré a la preparatoria, me gustaba mucho, pero me agarró uno de esos amores tontos y dejé la escuela, estuve mucho tiempo con el papá de mis hijos, casi 13 años. A los 24 tuve a mi primer hijo, no me quise ir a vivir con él porque como sabía que tenía mamitis … y cuando mi hijo tenía 6 meses pues empezamos a vivir juntos.

Diana considera que el “amor tonto” la atrapó empujándola a dejar todo, no le permitió pensar más que en la unión con el ser amado, dispuesta a pagar el precio que sea. ¿Dónde reforzó Diana el amor-sacrificio por el cual dejó todo? Diana, al igual que otras mujeres, está inmersa en un contexto que promueve la búsqueda de felicidad a partir del amor. La educación y la socialización refuerza estereotipos sobre cómo son o deben ser el hombre y la mujer, evidenciando el ideal del amor como fusión, como unión de ambos a cualquier costo. Algunos autores (Beauvoir, 1984; Giddens, 1992; Lagarde, 2001; Lipovetsky, 1999) señalan que estos ideales del amor romántico han influido durante mucho tiempo en las relaciones de hombres y mujeres, pero principalmente en las mujeres.

Diana y su ex pareja, se fueron a vivir juntos seis meses después del nacimiento de su hijo, buscando justamente la unión familiar. Tiempo después, Diana empezó a notar que no “fue buena idea”, ya que él era de “tener muchas novias”. Diana pensó que su pareja “cambiaría”, que dejaría de andar con otras mujeres, porque él ya tenía una casa, un hijo, “todo lo que él decía que cuando lo tuviera, se portaría bien”. Diana pensó románticamente que él cambiaría porque se había concretado el ideal del amor, es decir, la pertenencia a la familia. Sin embargo, la unión en familia por el nacimiento del hijo no está relacionado con que las personas asuman una relación monógama o de fidelidad; idea en torno al amor romántico, bajo la premisa del amor como exclusividad y pertenencia.

Paola y… el novio de toda la vida

Paola tiene 40 años, cuenta con un doctorado, vive con su hijo de 10 años y su madrina. Paola es hija única, su madre falleció hace casi 10 años, justo el año de nacimiento de su hijo y tiempo que lleva separa del padre de éste. Su padre vive en otro estado y lo visita cada semana. Paola y su ex pareja, se encontraban en los preparativos de la boda cuando se enteró que estaba embarazada, por lo que decidieron posponer la celebración hasta el nacimiento del hijo. Sin embargo, ésta no se llevó a cabo porque el padre de su hijo, dio por terminada la relación, argumentando incompatibilidad de intereses laborales y familiares. Se considera madre soltera, ya que nunca estuvo casada ni vivió con el padre de su hijo. No hay contacto alguno entre padre e hijo, y tampoco recibe apoyo económico de su parte.

El papá de mi hijo, es el novio de toda la vida, con sus defectos notorios, que cuando estás enamorada haces a un lado, pues piensas, -en algún momento va a cambiar- y así, aguantamos durante doce, trece años de noviazgo.

Después de trece años de noviazgo la “piden en matrimonio”. Así que decidió casarse. Estando en los preparativos de la boda, se embarazó. Por lo que aplazaron el matrimonio hasta que naciera su hijo. Durante ese tiempo, Paola obtuvo “una plaza” en su trabajo, es decir, un trabajo definitivo, que le otorgaba seguridad laboral. Sin embargo, era en otra ciudad, cercana a la suya. En ese tiempo, Paola viajaba todos los días de su lugar de origen, a la ciudad de México, para trabajar.

La nueva situación laboral de Paola, entraron en conflicto con los planes de matrimonio con su novio. Él -y su familia extensa-, al ser de “provincia”, -así lo cuenta Paola-, le demandaban que renunciara a su trabajo. Argumentaban que, al casarse, “ella tenía que dejar todo por estar con él”. Paola continúo trabajando, no obstante, esta decisión, acentuó día con día los conflictos.

La mujer romantizada cree que el amor será para toda la vida, y que, por ese amor, se debe pasar por alto y aceptar incondicionalmente al sujeto del afecto. A través del amor, la paciencia y la sumisión, ella lograría que él entrara en razón. Sin embargo, un embarazo no planeado, frustró el enlace matrimonial esperado de una relación de años. La reproducción simboliza la unión en la pareja, sin embargo, en la narrativa de Paola, se asoman aspectos simbólicos en la que el embarazo, motivó lo opuesto a lo construido socialmente.

De acuerdo al contexto, existe un ordenamiento social en el que ella tiene que estar sujeta al poder del hombre. La postergación del matrimonio por el embarazo, evidenció la sumisión y omisión de ella, para evitar enojos en la pareja. El control de los estados de ánimo y de las emociones estaban a cargo de la mujer. La cual hace pensar que la forma de relacionarse amorosamente a través de la sumisión no está atravesada por la escolaridad ni la economía, sino por estructuras superiores que dirige la conducta de hombres y mujeres. Mostrando que, en una sociedad patriarcal, las necesidades que importan son las del hombre, y es la mujer quien tiene que sumarse a lo que él precise.

Fuente: Scielo