Una de las características humanas más visibles en toda persona (algunos en mayor, otros en menor medida) es el famoso “Ego”, también llamado “orgullo”.
El sentirnos orgullosos no es malo, es parte de nuestros rasgos como especie, e inclusive es positivo sentir orgullo, pues es una señal personal de satisfacción y valor a nuestro esfuerzo (o bien, el sentir alegría por los logros de alguien quien estimas mucho) … El problema con el orgullo viene cuando este es excesivo hasta parecer que la vida gira entorno a la lucha por tener el ego más grande en comparación al de los demás; esta actitud, en sociedad suele ser poco agradable, trayendo consigo, problemas con personas de nuestro alrededor.
Alguien con un orgullo excesivo es percibida como una persona arrogante, que trata de verse a él mismo como el centro de atención y por tanto ignorando opiniones y propuestas de los demás, para solo importar los pensamientos propios. Asimismo, existe la imagen mental de que la persona orgullosa suele ser alguien con cierto poder sobre los demás (por ejemplo, con un puesto gerencial), el cual usa su autoridad para humillar a sus subordinados y desvalorizar sus esfuerzos. Este estereotipo tan arraigado en nuestras mentes se debe a las características mismas del orgullo, pues personas en puestos de interés normalmente se sienten muy satisfechos con lo que han logrado y gozan de estar en aquella posición.
Dando continuidad a la descripción de los rasgos de la persona orgullosa, te dejamos el siguiente listado:
Tienen un exceso de confianza y aunque sepan que pueden estar equivocados, se engañan a sí mismos: En este punto nos viene a la cabeza la representación de la persona que “Todo lo que dice y hace es correcto y perfecto” lo que resulta ser atinado con la realidad. La pregunta que queda hacernos es ¿Por qué aquella persona es así? Tal vez con un poco de empatía y analizando la situación y el contexto puedas buscar respuestas.
Su orgullo puede darse como un mecanismo de defensa: Cuando nos sentimos irritados por alguien presumido, que incluso pudiera ofendernos, existe la probabilidad de responder con la misma moneda, es decir, mostrar nuestras habilidades y logros, con el fin de neutralizar al sujeto que ha osado de molestarnos con su orgullo en un primer momento. El actuar anterior es la parte natural del mecanismo que no necesariamente pertenece a alguien con un gran orgullo; Ahora bien, la persona orgullosa es aquella que desde el primer minuto anda resaltando sus virtudes sin que alguien más le haya impulsado hacerlo (como en el caso anterior, donde el acto de orgullo se dio como respuesta a la molestia de la persona verdaderamente orgullosa).
Diversos psicólogos, incluyendo al famoso Carl Jung, argumentan que esta clase de comportamiento de “orgullo defensivo” es usado para enmascarar realmente, un sentimiento de inferioridad en el sujeto. Esto no lleva al siguiente punto
Una persona orgullosa, no necesariamente es la que tiene mejor autoestima. Puede ser todo lo contrario: Puede darse el caso de que un individuo quiera resaltar sus virtudes y aciertos, para sentirse “nivelado” frente a los demás, o bien para sentirse encima de los demás como único medio de supervivencia.
Necesitan tener el control: Como vimos en la introducción del artículo, la imagen típica del ser orgulloso es alguien con un puesto líder, lo que concuerda con una característica real. No obstante, no necesariamente las persona con alto orgullo son las más exitosas, pues existe la posibilidad de que desde un puesto medio intente sobresalir y posicionarse como un líder (comúnmente del tipo autoritario).
No piden ayuda, les cuesta pedir perdón y se ofenden rápidamente: Estas tres características van de la mano. Puesto que piensan que “Pueden hacer todo bien” prefieren trabajar solos, aunque necesiten con urgencia ayuda. Si alguien les menciona la realidad del asunto se enfadan mucho, pudiendo ser ofensivos y por último no ofrecen disculpas por sus actos.
¿Conocías estas características? ¡Cuéntanos!