Saltar al contenido

¿Cómo influyen las heridas de la infancia en nuestra adultez?

Infancia, psicología infantil, psicologia-psicologia clinica, psicología clínica

Cuando somos pequeños los hábitos y malas experiencias pueden provocar una marca permanente, que posteriormente se reflejará en nuestra vida adulta.

La infancia es una etapa clave en nuestras vidas, en esta se marcan pautas importantes de lo que seremos en la adultez, en esta etapa somos más sensibles ante las influencias del exterior, es decir del entorno, de igual manera somos más sensibles ante las formas en las que nos relacionamos con los demás.

En esta etapa los niños comienzan a entender el funcionamiento del mundo, comienzan formarse una percepción particular, así como también construyen su propia realidad con base en todo lo que se va aprendiendo y adquiriendo del mundo externo.

Debido a la gran velocidad con la que se desarrolla el cerebro infantil, cualquier tipo de alteración tanto positiva como negativa pueden dejar una marca emocional, la cual no sólo repercutirá en la vida actual del niño, sino también en sus años posteriores.

Tanto el ambiente como las diversas circunstancias que el niño vive, marcan la pauta de diversos cambios tanto positivos como negativos, dentro de los cambios más importantes, se encuentran el aprender a leer, la forma en la que nos comunicamos con los demás, de la misma forma también existen cambios negativos, esos son más difíciles de percibir en las etapas adultas.

Para muchos es difícil relacionar las experiencias vividas en infancia con las actitudes y mostradas en nuestra vida adulta, debido a que incluso muchas de esas experiencias no son recordadas cuando somos adultos, pero causan un gran impacto en nuestra conducta, tanto con el medio como con las personas que nos rodean, causan un gran conflicto mental y emocional, en el cómo se expresamos nuestras emociones hacia los demás.

Actitudes y comportamientos defensivos

El maltrato es una de las experiencias más dolorosas y con mayor cantidad de repercusiones en nuestra vida adulta, ya que éstas sientan las bases de la agresión física y verbal, por lo general los niños y adolescentes que han sufrido de maltrato físico y verbal en la adultez tienden a ser inseguros, aunque no necesariamente tímidos, estas personas tienden a sobresaltarse cuando se denotan algunos de estos tipos de agresión, lo cual provoca en ellos una actitud defensiva.

Estas actitudes mostradas, no solamente se reflejan físicamente, sino también de manera psicológica, estas personas tienden a ser más desconfiados, aunque no siempre lo manifiestan de forma clara, de la misma forma también son más hostiles en algunas ocasiones de forma educada.

Aislamiento

Los niños y niñas que carecen del cuidado necesario, pueden desarrollar una gran alteración al llegar a la edad adulta, en particular cuando son los padres quienes no les dan el tiempo y el cuidado necesario, el aislamiento se encuentra relacionado durante la niñez con serios problemas afectivos, durante la edad adulta afecta la manera en la que se generan las relaciones interpersonales e incluso se relaciona con las disfunciones sexuales.

Ansiedad

Al igual que en el punto anterior, también se genera aislamiento, en este caso en menor medida, como consecuencia en la edad adulta es posible que provoque dificultades en cuanto a la competencia social, sobre todo se generan manifestaciones intensas de ansiedad al momento de relacionarse y entablar conversación con desconocidos, y por supuesto delante de una gran audiencia o gran número de personas.

Falta de compromiso

Los niños pueden desarrollar falta o miedo al compromiso, debido a que en algún momento se estableció un vínculo un lazo afectivo fuerte hacia alguna figura ya sea materna o paterna, y este lazo de forma repentina se ve roto o interrumpido, o incluso si este es intermitente (buen trato ciertos momentos del día y malos tratos en otros momentos), por lo cual se desarrolla un miedo a establecer de nuevo lazos afectivos similares, esto se podría interpretar como un miedo inconsciente de repetir el fenómeno, debido al fuerte dolor provocado, miedo a recordar el hecho de haber generado un vínculo y que éste se haya roto, debido a que los niños en su infancia permanecen gran cantidad de tiempo con su cuidador o es traumático que en algún momento este lazo se vea roto, por diversas circunstancias, en la memoria no solamente se guardan los buenos momentos y momentos de felicidad, sino también esos momentos dolorosos.

 Miedo al rechazo

La carencia de cuidado al igual que los maltratos generan un pensamiento de predisposición al rechazo, e incluso de autoexclusión, al ser rechazado desde pequeños cuando aún no entendemos que la culpa de esto, no es nuestra, hace que los niños crezcan con la idea de que no es necesario exigir un trato digno, o que simplemente no lo merecen.

Desprecio

Debido a las heridas o al dolor sufrido en la infancia, los niños pueden desarrollar una personalidad o conductas relacionadas con la sociopatía, el hecho de que alguien nos haya hecho daños desde pequeños en muchas ocasiones, genera un pensamiento de que los demás o la sociedad tiene la culpa de ello, y por lo tanto tienen que pagar, cómo lo vemos de manera más grave en el trastorno de la personalidad sociopática.

Dependencia emocional

Yendo un poco al polo opuesto, el hecho de sobreproteger demasiado a los niños hace que éstos se acostumbra a tener todo fácil, y a pensar que pueden tener todo lo que desean de esta forma, con lo cual al llegar a la edad adulta se vuelven personas sumamente demandantes con los demás y con su entorno, por lo que al no conseguirlo siempre, se generan frustraciones, el problema real está, en que para evitar sentir esta frustración, se busca una persona que sea capaz de protegerlos, quien puedas cumplir todas las demandas emocionales, en vez de aprender los mecanismos necesarios para poder lograr todo esto por  su propia cuenta, se vuelven en adultos que no se creen capaces de cuidarse a sí mismos.

Síndrome del esclavo satisfecho

Los niños que son sometidos a situaciones de explotación, no necesariamente delictivas como lo es el abuso sexual, sino más bien, esto hace referencia a cuando los padres son sumamente castrantes y exigentes con los niños, como por ejemplo el hecho de obligarlos a pasar gran parte del día estudiando o realizando tareas ya sea escolares o doméstica, esto genera que en la vida adulta sean mucho más susceptibles a ser explotados, o a que se aprovechen de ellos de diversas maneras, genera en los niños un pensamiento referente a qué “uno vale según la cantidad de trabajo que realiza y el hecho de valer poco se ve compensado realizando una tarea por largas horas”, esto en la vida adulta genera que se busquen trabajos de largas jornadas que por lo general son mal pagados, generando frustraciones además de un sentimiento de gratitud, hacia las personas que se benefician de la propia explotación, a lo que se le conoce como síndrome del esclavo satisfecho.