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Así puedes mejorar tu atención de manera significativa

Para el tratamiento de las personas con trastornos de la atención debe implementarse un programa multidimensional que involucre la participación de diversos profesionales y que tenga como objetivos habilitar al paciente, a sus familiares y a los maestros con las estrategias que le permitan un adecuado control de la sintomatología, lograr mejor calidad de vida y minimizar las consecuencias emocionales, sociales, laborales y académicas que acompañan al trastorno.

Deben incorporarse al programa de tratamiento los siguientes aspectos: intervención directa con el paciente, educación a los miembros de la familia así como a los profesores y admi nistradores de los centros escolares y, en caso de requerir tratamiento farmacológico, intervención
médica.

Intervención directa con el paciente. Los niños o adolescentes con trastornos de la atención, al compararse con sus compañeros, perciben que
son distintos a los demás, se involucran más frecuentemente en conflictos y se les dificulta el aprendizaje. Por ello, es importante explicarles la naturaleza de sus dificultades, para evitar que generen estados de ira o depresión ante los problemas que se les presenten.

Esta estrategia debe implementarse desde una edad temprana, no hay que esperar hasta que el paciente se encuentre confundido, desanimado o que la misma sintomatología origine otros problemas, como conducta antisocial o la adicción a alguna droga.

Debido a las dificultades académicas o a su incapacidad para establecer una adecuada relación con las personas de su entorno, los pacientes con trastornos de atención frecuentemente presentan baja autoestima y se consideran intelectualmente incapaces, de modo que es importante hacerles ver las cosas positivas y las cualidades que posean.

Hay que explicarles que algunas actividades son muy difíciles para ellos aun cuando empeñen gran esfuerzo, así como que existe un mecanismo en el cerebro que ayuda a las personas a mantener la concentración y a controlar las frustraciones, y que este no está funcionando de manera adecuada pero, sobre todo, les debe quedar claro que con el tratamiento, o a medida que el niño vaya creciendo, el mecanismo puede irse fortaleciendo, de modo que el control y la consistencia en la ejecución de ciertas tareas puede estar a su alcance.

Educación a la familia. Además de implementar procedimientos para ayudar a los pacientes con trastornos de atención, es esencial explorar la presencia de patologías en los padres, tales como depresión, abuso de sustancias o incluso trastornos de atención.

Los padres frecuentemente necesitan ayuda en el manejo de sus propios sentimientos y de las necesidades de los otros miembros de la familia, asimismo experimentan diversas emociones, como sentimientos de culpa (que pueden agravarse cuando se enteran de que la alteración tiene factores genéticos fuertes), o sentimientos de rabia o frustración asociados a la falta de sensibilidad de las personas que interactúan con sus hijos (maestros, compañeros de escuela e incluso los padres de estos).

Se sienten avergonzados por las dificultades que presentan sus familiares y angustiados por la forma en la que se desarrollan en el ambiente social o académico, es por ello que muchos padres se sienten abrumados ante la tarea de enseñar a sus hijos a sobreponerse a sus dificultades.
A estos padres se les debe explicar que los problemas de control conductual que muestran sus hijos no son intencionales ni producidos por una crianza inadecuada sino que se trata de un trastorno en el funcionamiento del sistema nervioso que impide a los niños responder de manera adecuada a las demandas ambientales.

Por otra parte, se les debe orientar en la selección del tipo de escuela más apropiada para los niños, en la construcción de un espacio físico que permita a los niños realizar sus tareas libres de influencias distractoras, así como en adecuar las perspectivas que se tienen acerca del desempeño que pueden alcanzar los niños con trastornos de atención, en términos de las habilidades académicas, el autocontrol, etcétera.

Aquí resulta conveniente señalar la importancia de capacitar a los padres en los principios básicos de modificación conductual, en las técnicas para el control de conductas inadecuadas y en los métodos de reforzamiento. Además, desde el inicio del tratamiento resulta importante aclarar varios aspectos. En primer lugar, que el trastorno es crónico y, por tanto, se requerirán un tratamiento y una capacitación permanentes. Al inicio las sesiones deberán ser frecuentes (una sesión por semana) y, posteriormente se pueden ir espaciando a lo largo del año para ayudar en el mantenimiento de los métodos de control o en el establecimiento de nuevas intervenciones cuando se presenten cambios en el ámbito escolar (cambio de grado escolar, en el tipo de profesor o de escuela) o alguna crisis
familiar (divorcio, muerte de algún miembro de la familia, etcétera). En segundo lugar, hay que destacar la constancia en el tratamiento y la detección oportuna de nuevos problemas que pudieran complicar el cuadro.

Fuente
MENESES, SERGIO (2004). Trastornos de la atención. Sinéctica, Revista Electrónica de Educación, (25), 67-74. [Fecha de Consulta 2 de Mayo de 2020]. ISSN: 1665-109X. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=998/99815899009