A pesar de lo importante que es la lectura a lo largo de nuestra vida académica, la mayoría de los lectores somos tremendamente ineficientes. Por suerte, leer más rápido es algo que se puede entrenar. Una de las técnicas más comunes de los defensores de la lectura rápida es no vocalizar las palabras en tu mente.
Cuando lees, ¿escuchas las palabras en tu cabeza o las dices subconscientemente moviendo la boca pero sin llegar a pronunciarlas? Esa voz interior se conoce como subvocalización y es un hábito muy común entre los lectores. Desgraciadamente, también es una de las razones por las que leemos lento y acabamos teniendo problemas para mejorar nuestra velocidad de lectura.
Una técnica simple para romper con ese hábito es mantener la boca ocupada. Si le das algo que hacer a tu boca mientras lees, como mascar un chicle, comer algo o tararear una canción, puedes librarte del mecanismo de la voz interior y terminar duplicando (o incluso triplicando) tu velocidad de lectura.
Pero tienes que saber que deshacerse para siempre de la subvocalización es imposible —y eso no es necesariamente malo. Sí, la voz interior lleva asociada una carga adicional de los recursos cognitivos que ralentiza la lectura, pero nos ayuda a comprender las palabras. Por la forma en que aprendimos a leer (repitiendo la información de manera auditiva), las asociaciones de sonidos y palabras están indeleblemente impresas en nuestro sistema nervioso.