Desde la perspectiva de la psicología analítica, la depresión es un proceso natural de la energía psíquica que se vuelca hacia el interior, hacia el inconsciente, en busca de un nuevo sentido que esté acorde con las necesidades propias del proceso de individuación y desarrollo de la personalidad.
La patología surge cuando la unilateralidad de la conciencia es tal que impide la
integración y el desarrollo a nivel de la conciencia de esas necesidades arquetípicas que traerán un nuevo sentido a la vida. Según Steinberg (1989), Jung (1928/2004) explica la depresión recurriendo a conceptos que derivan de su teoría de la libido y entiende la depresión como el resultado de los mecanismos de compensación del psiquismo y la introversión. Consideraba los desórdenes depresivos como una forma forzada de introversión al servicio de la función compensatoria.
Como consecuencia el Ego pierde su energía y queda deprimido. Harding (1985) siguiendo a Jung plantea que el trastorno depresivo es un intento de la psique de reorientar la personalidad hacia una experiencia de introversión. La depresión patológica es una forma involuntaria o forzada de introversión. Forzada y por lo tanto patológica porque que individuo no ha participado de la introversión voluntaria. Saiz (2006) entiende que la depresión surge cuando la emergencia del programa arquetípico, que en este caso refiere al patrón arquetípico tipológico, se vuelve disfuncional en la interacción genoma-ambiente no pudiendo dar lugar al cumplimiento parcial o total de una o más de las necesidades arquetípicas básicas del desarrollo individual.
La depresión la podemos entender como una alteración o desorganización en la capacidad de funcionar, o como plantea Beck, Rush, Shaw y Emery (2003), de relacionarnos con el mundo, con nosotros mismos y con el futuro. Millon (2011) sostiene que, la personalidad y sus trastornos constituye una base esencial
desde la cual comprender cualquier desorden clínico. Contextualizar los síntomas clínicos dentro del contexto de la personalidad es esencial para identificarlas fortalezas y debilidades de los pacientes, vulnerabilidades que tienen gran incidencia en síndromes clínicos tales como la depresión, la ansiedad etc. Akiskal, Hirschfeld y Yerevanian (1983), han realizado estudios que demuestran que la introversión – en tanto rasgo de personalidad – está estrechamente ligada a la depresión unipolar y a otros rasgos, aunque no necesariamente patogénicos, como la introversión que puede influir en la expresión clínica de los desórdenes afectivos y en su pronóstico.
Según Millon (2011) existen personas para quienes la depresión es más que un conjunto de síntomas que conforman un síndrome del Eje I. Aunque se sienten tristes y culpables, su estado emocional es consecuencia de una matriz entera de características intensas y duraderas como son un constante estado de abatimiento y tristeza, sentimientos de inadecuación, de culpa, pesimismo exagerado que los lleva a imaginarse lo peor, se centran en lo negativo y desatienden lo positivo. Se sienten impotentes para cambiar su futuro. Estos individuos pueden estar verdaderamente deprimidos, pero su depresión es el resultado de una forma de pensar, sentir y percibir; en definitiva, de una personalidad depresiva.
El objetivo de este trabajo es estudiar las relaciones que existen entre los tipos psicológicos propuestos por Jung (1921,1994) utilizando el Inventario Tipológico de Briggs – Myers Forma G (1995) y el trastorno depresivo, la Personalidad Depresiva y alteraciones de la personalidad, en una muestra de pacientes adultos con depresión.
A la vez que, refl exionar en base a los resultados obtenidos sobre el alcance explicativo de la tipología Junguiana.