Desde una perspectiva sociocognitiva, la creatividad comprende un conjunto de transacciones dinámicas entre el individuo, el ambiente, las relaciones sociales y culturales. Según Runco y Richards (1997), la creatividad atañe a cuatro dominios denominados “las 4 P”: el producto, la persona, el proceso y la presión externa (factor del ambiente que influencia los otros tres dominios).
Respecto al dominio del proceso, la creatividad requiere de la interacción constante de funciones cognitivas superiores como la memoria de trabajo, la atención sostenida, la flexibilidad cognitiva y la capacidad de ajustarse en tiempo real al desempeño realizado, las cuales están relacionadas a nivel neuroanatómico con el funcionamiento de la CPF; es decir, el lóbulo frontal, y específicamente la CPF, presenta un papel central en el procesamiento creativo (Aziz-Zadeh, Liew, & Dandekar, 2013; Kowatari et al., 2009). Un acto creativo implica la puesta en juego de diversas funciones cognitivas en simultáneo, con una gran red cortical y subcortical como base (Carlsson, Wendt, & Risberg, 2000); sin embargo, los correlatos neuronales implicados continúan siendo tema de investigación con resultados controversiales (Dietrich, 2004). Uno de los aspectos que presenta resultados contradictorios se vincula a la dominancia hemisférica durante la realización de actos creativos; mientras algunas investigaciones enfatizan el procesamiento del hemisferio derecho (Torrance, 1982) otras establecen el rol crítico de la interacción interhemisférica para llevar a cabo este tipo de tareas (Carlsson et al., 2000; Katz, 1986). En torno a este dilema, Kowatari et al. (2009) señalaron que las diferencias podrían deberse al tipo de tarea empleada, es decir, si se trata de resoluciones de problemas visuales, verbales, asociadas a tareas de la vida cotidiana o a actividades artísticas. Para abordar el tópico, realizaron un estudio comparando el rendimiento creativo de artistas expertos y estudiantes de otras disciplinas (e.g., sociología, filosofía, ingeniería, medicina, etc.) evaluado a través una tarea sin contenido verbal, en la cual se les solicitó la creación de un nuevo diseño de un objeto determinado. Se registró la actividad cerebral durante la tarea a través de imágenes de resonancia magnética funcional y los resultados mostraron una activación compartida para ambos grupos de participantes en lo que respecta al giro frontal izquierdo inferior, la CPF, la corteza occipital bilateral, parietal inferior izquierdo, temporal inferior bilateral y el hipocampo bilateral. Por otra parte, los autores identificaron especializaciones dependiendo del entrenamiento artístico, ya que la CPF y la corteza parietal derecha junto a la cingulada anterior presentaron una activación significativa en el grupo de los artistas expertos, mientras que la actividad de estas regiones en los estudiantes de disciplinas no artísticas se manifestó de forma bilateral.
Con el objetivo de identificar la red neuronal que acompaña la activación de la CPF durante las actividades creativas, Gonen-Yaacovi et al. (2013) realizaron un meta-análisis tomando un conjunto de estudios que indagaban el correlato neuronal de las diferentes tareas que se utilizan habitualmente para evaluar la creatividad, es decir, tareas de pensamiento creativo, de resolución de problemas, de asociación semántica o tareas artísticas. Los principales hallazgos resaltan la importancia de las regiones prefrontales caudales y rostrales, así como del lóbulo parietal inferior y lóbulo temporal posterior; áreas centrales de los aspectos cognitivos involucrados en la creatividad independientemente del tipo de actividad que se utilice. Dentro de esta red, la CPF lateral (específicamente la función frontal inferior) se ha asociado con diversos procesos cognitivos, tales como la fluidez, la flexibilidad, la inhibición de las respuestas predominantes y el control cognitivo, componentes de la creatividad. Además, la circunvolución angular izquierda junto al giro temporal superior está relacionada con la recuperación y asociación de contenido semántico, procesos necesarios para comparar respuestas únicas con respuestas generadas con mayor frecuencia (Jung et al., 2010). Por otra parte, y en relación con las subáreas prefrontales, el estudio indicó que durante un acto creativo se presenta un aumento de la activación de regiones rostrales de la CPF, así como de las regiones témporo-parietales asociadas a las tareas de combinación de información de nuevas maneras. Finalmente, la activación de la CPF dorsolateral (en adelante CPFDL) podría estar involucrada en la producción libre de respuestas inusuales o alternativas (Gonen-Yaacovi et al., 2013).
Dos aspectos esenciales para la creación de ideas nuevas y originales, implicadas en los actos creativos, son la expansión creativa y la superación de límites del conocimiento. La primera hace referencia a la posibilidad de ampliar los esquemas conceptuales existentes para adquirir un nuevo elemento, presentando actividad en estructuras neuronales como el giro frontal inferior, el polo temporal y la corteza frontal polar lateral; estructuras involucradas en la selección, recuperación, combinación e interacción de información semántica (Ward, 1994). El segundo aspecto es un proceso por el cual el sujeto debe superar e inhibir la tendencia a referirse a los conocimientos existentes, en busca de creaciones novedosas (Smith, Ward, & Schumacher, 1993). Hasta el momento existen escasos estudios que proporcionen datos sobre los correlatos neuronales de ambos aspectos de la creatividad, sin embargo, para contribuir a la temática hay investigaciones que demuestran que pacientes con lesión en los ganglios basales o en las cortezas frontopolar y fronto-orbital, presentan un mejor rendimiento en la superación de límites del conocimiento, durante la generación de ideas creativas en comparación con los grupos de control sanos (Corbett, Jefferies, & Ralph, 2011). Esta ventaja en el procesamiento de la información parece ser específica, ya que los pacientes no mostraron un rendimiento superior en ningún otro aspecto de la cognición creativa (Abraham, 2014).
En síntesis, la creatividad se sustenta, por una parte, en una red neuronal de estructuras corticales y subcorticales del cerebro humano, y, por otra, en la interacción dinámica de diversas funciones cognitivas que se ponen en marcha durante la creación y la innovación. En esta trama neuronal, la corteza frontal, con su subestructura prefrontal, parece ser la estructura principal involucrada en la creación de ideas nuevas, y también existe la participación de otras áreas neocorticales como, por ejemplo, las cortezas temporal y parietal, y estructuras subcorticales como el hipocampo o los ganglios basales.