Es difícil imaginar un mundo hoy sin televisión y sus descendientes inmediatos como Netflix y Disney +. Una considerable investigación ha explorado los efectos de la televisión en los niños, cuyas mentes tienden a ser percibidas como más susceptibles a la influencia negativa. Sin embargo, en muchos sentidos, son más resistentes, mientras que el deterioro de la cognición en la población adulta envejecida se asocia con una mayor mortalidad por todas las causas.
Para comprender mejor la medida en que la televisión participa en el deterioro cognitivo en adultos mayores, los investigadores profundizaron en los datos proporcionados por el Inglés Longitudinal Study of Aging (ELSA), centrándose en aproximadamente 3.600 adultos de 50 años o más.
A diferencia de los pasatiempos más creativos que estimulan el cerebro y requieren una participación activa, o pasatiempos de estímulo pasivo como leer un libro, la televisión combina “fuertes estímulos sensoriales densos fragmentarios que cambian rápidamente con la pasividad del espectador”. Esta combinación única ha sido acompañada por resultados contradictorios en estudios previos, aunque se han establecido vínculos con el deterioro cognitivo, la memoria reducida y el mayor riesgo de Alzheimer.
Investigaciones anteriores han utilizado la televisión como un proxy para el comportamiento sedentario, confundiendo estos fenómenos relacionados pero distintos, y se centraron en mirar televisión en exceso (por ejemplo, más de 6 horas / día). Para pintar una imagen que sea más clara y más acorde con los hábitos televisivos del adulto mayor promedio, los autores controlaron el sedentarismo y utilizaron una métrica más modesta de 3.5 horas por día.
Además de los hábitos de televisión autoinformados, ELSA contiene datos de frecuentes pruebas de memoria verbal, que los autores utilizaron como medida de la cognición. El estudio demuestra que 3,5 horas de televisión dan como resultado una memoria verbal reducida, con una relación dosis-respuesta (mayores horas de televisión conducen a una memoria verbal más pobre). Además, una memoria verbal inicial más fuerte se asoció con una mayor disminución en el seguimiento. Finalmente, los autores encontraron un efecto umbral importante, tal que 3 horas de televisión no se asociaron con una cognición más pobre, pero sí 3,5 horas.
Estudios como este nos ayudan a comprender mejor cómo la televisión afecta nuestros cerebros a medida que envejecemos y pueden ayudar a protegernos contra los efectos negativos. El hecho de que los autores pudieron definir un umbral por debajo del cual la visualización de la televisión se consideró considerablemente menos dañina es una conclusión importante para el envejecimiento de la población.
El estudio, “Ver televisión y deterioro cognitivo en la edad avanzada: hallazgos del Estudio Longitudinal Inglés del Envejecimiento “, fue escrito por Daisy Fancourt y Andrew Steptoe.