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El impacto psicológico de la separación o el divorcio en los hijos

La provisión de estabilidad afectiva y emocional que requiere el desarrollo infantil puede verse seriamente amenazada por la separación o el divorcio de los padres, especialmente cuando el apego aún no está suficientemente afianzado (7). Es conocido, al respecto, que la mayor proporción de ellos tiene una media de edad de seis años o menos en el momento de la ruptura, de cuyo conjunto una gran parte muestra más desajustes psicológicos a lo largo de su vida que los que pertenecen a familias intactas, si bien tales desajustes no siempre alcanzan niveles clínicos (8, 9, 10).

Las conexiones existentes entre la separación o el divorcio de los padres y las anomalías conductuales o caracteriales del niño han sido propuestas desde una amplia variedad de trabajos de investigación, a partir de los cuales se han identificado algunas variables que pueden incidir más significativamente que otras en la aparición de diversos trastornos psicopatológicos infantiles, habiendo permitido también una
aproximación a las vivencias infantiles que desarrollan los hijos en este conflicto.

En este campo, Hetherington, Bidges e Insabella (11) señalan como relevantes una serie de características en el comportamiento del niño tras el cambio de la composición de la «familia», los efectos negativos de la ausencia de la figura paterna junto a la típica situación de la custodia de la madre, el incremento del estrés económico en el grupo con las subsiguientes consecuencias en el trato al hijo, los problemas que derivan del cambio que supone pasar de tener dos padres a tener uno solo y lo negativo que trae consigo la existencia de tensión interparental en el hijo.

Wallerstein y cols. (12, 13) han considerado que el sexo del niño determina
diferencias en el desajuste tras un divorcio o separación, evidenciando que los chicos varones parecen tener mayores dificultades para superar la crisis, tanto en la intensidad de sentimientos negativos como en su duración, presentando más problemas escolares y más irritabilidad que las niñas.

Por su parte, Buchanan, Maccoby y Dornbusch (14) clasifican en tres categorías los factores que afectan al ajuste del niño después del divorcio o separación: la pérdida de uno de los padres, los enfrentamientos entre los progenitores y la disminución de sus funciones de paternidad.

Para McLanahan y Sandefur (15), el factor más relevante lo constituye la ausencia de la figura paterna, asociándola con un menor aprovechamiento escolar, tanto en chicos como en chicas, un bajo nivel de empleo laboral en el caso de los varones en la adultez y maternidades precoces cuando se trata de muchachas. La presencia del padre para un desarrollo armónico de los hijos también resulta crucial en el estudio de Amato y Gilbreth (16). De acuerdo con sus resultados, el bienestar del hijo se sustenta en el ejercicio de una paternidad con autoridad moral y la existencia de
estrechos sentimientos de afecto entre padre e hijo, siendo ello el mejor predictor de los resultados respecto a una inadecuada formación escolar, externalización de conductas problemáticas e internalización de problemas emocionales.

En cuanto a los estudios encaminados a conocer las vivencias infantiles, cuando tiene lugar el divorcio o la separación de los padres, los resultados empíricos permiten una buena aproximación a esa realidad. A partir de la revisión llevada a cabo por Amato (17) y Amato y DeBoer (18) sobre investigaciones realizadas en la década de 1990, los resultados encontrados indican que los adultos y niños de «familias» separadas o divorciadas puntúan más bajo que sus iguales de «familias» intactas en el campo de las habilidades sociales y presentan mayores conflictos en sus propios
matrimonios.

Estos hallazgos difieren, sin embargo, de los encontrados inicialmente por Cherlin, Chase-Lansdale y McRae (19), según los cuales las dificultades de los niños ya eran patentes antes del divorcio o la separación. No obstante, en un estudio posterior de Cherlin, Kiernan y Chase-Lansdale (20), los resultados sí coincidieron con los de Amato (17) y Amato y DeBoer (18), al constatarse que los sujetos de «familias» separadas o divorciadas tenían dificultades psicológicas importantes después de que llegaran a la adultez. Esta prolongación en el tiempo de los desajustes no se confirmó en el estudio de Hetherington y Kelly (21), aunque sí encontraron elevados niveles de ansiedad en adultos y jóvenes de «familias» divorciadas o separadas, problemas en sus relaciones con el otro sexo, así como cuando eventualmente acceden al desempeño de funciones de paternidad, hallazgos que coinciden con los encontrados en el estudio longitudinal realizado por Wallerstein y Lewis (22).

Fuente

Vallejo Orellana, Reyes, y Sánchez-Barranco Vallejo, Fernando, y Sánchez-Barranco Vallejo, Pablo (2004). Separación o divorcio: Trastornos psicológicos en los padres y los hijos. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, (92), 91-110. [Fecha de Consulta 2 de Mayo de 2020]. ISSN: 0211-5735. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=2650/265019658006