Si bien la ira o el enojo es una emoción básica, es prácticamente imposible de inhibir o eliminar en su totalidad, incluso sería perjudicial hacer eso, en muchas ocasiones es clave para nuestra salud física y mental aprender a manejar de manera adecuada esta emoción básica, ya que suele ser una de las principales dificultades cotidianas para muchas personas.
Si bien sabemos y tenemos bastante claro cuales son las repercusiones psicosociales del poco control de la ira en nuestra vida, no siempre queda igual de claro que tanto esto puede afectar nuestra salud física a largo plazo.
Lo primero por dejar en claro es que la ira repercute directamente en el funcionamiento de nuestro corazón ya que es una función que tiene fines adaptativos básicos, de la misma manera que el estrés se consideran ambas las principales razones para las principales afecciones cardiovasculares.
Por lo que si eres una persona con diagnostico de afección cardíaca, o hipertensión es importante que tomes muy en cuenta lo siguiente, cada que nos enojamos
– Aumenta nuestra presión arterial, y por ende el desgaste de nuestras arterias.
– Aumento del ritmo cardíaco, claramente notorio en el pico máximo del enojo.
– Existe a largo plazo un claro desequilibrio del sistema inmunológico.
– Causa de dolores de cabeza particularmente debido al aumento de la presión arterial.
– Riesgo alto de padecer colitis o gastristis.
Cada que nos enojamos sometemos nuestro cuerpo a estrés, donde su función adaptativa básica es protegernos de peligros evidentes, el problema es cuando aparece sin que exista un riesgo evidente para ello, y es cuando todo ese estrés es totalmente innecesario y muy perjudicial para nuestro cuerpo.