“Mi hijo es muy rebelde, no sé qué hacer”; pautas para el manejo conductual.
Primeramente debemos entender que las conductas rebeldes de los niños son parte normal del desarrollo, ya que se encuentran en la etapa de afirmación de su “Yo”, en la construcción de su personalidad, y de igual manera se encuentran en proceso de internalizar las normas y las reglas.
Dentro de los periodos más comunes de “Rebeldía” son entre los 2 y los 6 años de edad y posteriormente en la adolescencia qué es donde se hacen más notorias estas conductas. Particularmente porque para estas etapas el niño o el adolescente lo que busca es llevar a la práctica sus creencias sobre lo que es correcto o incorrecto, lo cual lo lleva a la reafirmación de su personalidad.
La pregunta del millón: ¿podemos evitar que un niño sea rebelde?
La respuesta es NO, lo que sí podemos hacer es encontrar un equilibrio entre permitir que el niño pueda desarrollarse en su totalidad y por otro lado el enseñarle las normas y las reglas, así como la responsabilidad y las consecuencias de los actos para generar conductas más adaptativas al medio.
Dichos problemas de conducta en los niños suelen verse agravados debido a la conducta de los padres, ya que lo que buscan es que el niño pueda seguir en su totalidad las normas en casa o las normas en general y esto es prácticamente imposible.
En el momento en el que nosotros comencemos a ver la aparición de ciertas conductas negativas o comúnmente conocido como rebeldía, lo primero que debemos hacer es establecer reglas claras, pero más allá de las reglas propias lo más importante es la firmeza, ya que es necesario que toda conducta tenga una consecuencia y como consecuencia no nos referimos necesariamente algo negativo, sino que puede ser también una consecuencia positiva.
Es decir si el niño recoge sus juguetes, la consecuencia positiva podría ser pasar más tiempo en su juego favorito del parque, y una consecuencia negativa podría ser lo contrario. Otro punto sumamente importante es explicar las reglas de forma breve y concisa las veces que sea necesario.
Nunca se deben reforzar conductas negativas en el niño, ya que si hacemos esto le estamos dando una señal aprobatoria a dicha conducta, por lo cual tenderá a repetirla, una de las formas en las que se refuerzan “sin querer” estas conductas, es a través de reírnos de esa conducta negativa, es decir si el niño dice malas palabras y nos reímos le estamos dando señal aprobatoria a que repita esas malas personas.
Es muy importante evitar reaccionar de manera agresiva verbal o física ante la mala conducta de un niño, debido a que si nosotros hacemos esto, el mensaje que le estamos enviando a nuestro niño, es que la forma correcta de resolver un problema o alguna situación es a través de los gritos o de los golpes, por lo cual él comenzará a resolver sus problemas de esa manera y por ende incrementarán su conducta negativa, lo mejor ante esa situación es plantear diferentes posibilidades de solución siempre intentando llegar a un acuerdo.
Es necesario darle la oportunidad al niño de expresarse, en otras palabras escuchar la razón por la cual se está comportando esa manera, cuál es el objetivo que el niño tiene con esa conducta, lo cual permite enseñarle al niño que sus opiniones también son importantes y promueve los acuerdos, de esta forma el niño puede internalizar de mejor las reglas, mostrándole que una rabieta no es la mejor forma para darle solución a un problema.
Evita pelear con el niño, muchas veces luego de que una conducta negativa en los niños se repita, los padres suelen frustrarse reaccionando enfurecidos ante dicha conducta, esto sólo provoca una lucha de poder en la que el padre quiere imponer y quiere que el niño ceda, es importante entender que los niños son muy poco tolerantes ante la frustración, recordemos que los adultos maduros debemos ser nosotros, debemos de mantener la calma y pensar en cuál es la mejor manera de darle solución a dicha conducta.
El punto más importante de todo esto es la paciencia y perseverancia, las conductas de los niños no van a cambiar de un día a otro, es necesario ser muy paciente y constante en cuanto al planteamiento de las normas, de las reglas, escuchar, dar apertura a encontrar una solución no dañina o punitiva.
Y sobre todo explicarle al menor de que la conducta que está realizando no es correcta y aunque pueda molestarnos, no por eso vamos a dejar de quererlos ni es menos importante en nuestra vida, ya que todo este tipo de situaciones pueden generar un desgaste emocional por parte del padre, generando rechazo hacia el niño cuando se comporta de esa forma, dicho rechazo puede afectar de manera significativa al menor.