La relación entre ansiedad y depresión ha sido sistemáticamente reportada en la literatura científica, tanto en estudios epidemiológicos, correlacionales y de análisis factorial (Clark y Watson, 1991; Clark y Watson, 1995; Brown, Campbell, Lehman, Grisham y Mancill, 2001; Lambert, McCreary, Joiner, Schmidt y Ialongo, 2004).
En estudios psicométricos, la correlación entre las medidas de depresión y las de ansiedad suele ser significativamente alta, con coeficientes de correlación entre 0.66 y 0.77 para muestras clínicas y no clínicas respectivamente (Clark y Watson, 1991).
La naturaleza de esta asociación entre ansiedad y depresión ha sido explorada desde modelos predominantemente psicométricos como en el caso del modelo tripartito de Clark y Watson (1991), desde perspectivas de procesamiento de la información como la terapia cognitiva de Beck (1989), desde modelos cognitivos motivacionales como el modelo de indefensión desesperanza de Alloy, Mineka, Kelly y Clements (1990) y desde perspectivas estructurales y jerárquicas como el modelo de tres factores de Barlow (2000).
En general, los estudios sobre comorbilidad señalan que el inicio de la ansiedad precede a la depresión en la mayoría de los casos (Rohde et al, 1991) y tomada como un todo, la evidencia parece apoyar la noción que
existe una progresión en la cual la ansiedad frecuentemente lleva a episodios depresivos y que en general la mayoría de los episodios depresivos son antecedidos por otro trastorno mental o de un desajuste crónico precedente (Mineka, Watson y Clark, 1998).
Con el fin de explicar la coocurrencia o covariacion de la ansiedad y la depresión se han desarrollado diversos modelos teóricos que abordan tanto los aspectos comunes como diferenciadores de los dos tipos de trastornos.
Clark y Watson (1991) partiendo de la covariación de síntomas entre ansiedad y depresión, desarrollaron el modelo tripartito que tiene alcances teóricos como se analizará más adelante. Según este modelo la ansiedad y la depresión comparten un factor común que se denomina afecto negativo, mientras que la activación fisiológica y la anhedonia son propias de la ansiedad y la depresión respectivamente.
Por su parte Beck (1989; 2004) centrando en las características cualitativas a nivel cognoscitivo y fenome nológicas diferenciadoras de la ansiedad y la depresión desarrolló la hipótesis de la especificidad de contenido
cuya idea central es que ambos trastornos tienen contenidos y distorsiones que los delimitan. La ansiedad gira alrededor de la anticipación de amenaza mientras que la depresión gira alrededor de temas de desamparo, pérdida y minusvalía.
También se encuentra el modelo de Alloy, Mineka, Kelly y Clements (1990) que plantea un análisis en términos cognoscitivos en el modelo diátesis estrés, cuyos componentes centrales son la incertidumbre, la indefensión y la desesperanza. Según este modelo la ansiedad es producto de la asociación entre la indefensión y la incertidumbre mientras que la depresión suele ser posterior en la secuencia y es el resultado de la indefensión y la
desesperanza.
En un esfuerzo integrador de las teorías existentes Barlow (2000) propone el modelo jerárquico de los tres factores. En este modelo, tanto la ansiedad como la depresión comparten una vulnerabilidad biológica generalizada (factores genéticos y neurobiológicos) y una vulnerabilidad psicológica generalizada (bajo nivel de predicción y de control percibido), que conjugadas son suficientes para producir un trastorno de ansiedad generalizada y/o depresión.
El tercer factor es propio de los demás trastornos de ansiedad, se trata de la vulnerabilidad psicológica específica donde el sujeto aprende qué cosas son potencialmente peligrosas en particular. En adelante se profundizará sobre el modelo de indefensión desesperanza.
El concepto de indefensión fue acuñado en la literatura científica por Seligman y Maier (1967) para describir un fenómeno que se presentaba en animales que eran previamente expuestos a una serie de choques eléctricos en una secuencia de un condicionamiento clásico aversivo y un entrenamiento de escape/evitación. Tras ser repetidamente expuestos a la estimulación aversiva éstos animales eran incapaces de aprender la tarea de evitación posterior.
Los autores identificaron una serie de indicadores que parecían constituir un síndrome: a) estos animales no iniciaban respuestas de escape en presencia de los choques eléctricos, déficit motivacional; b) no aprendían después de haber experimentado una respuesta de escape reforzada, déficit cognitivo; c) mostraban pasividad durante los choques, un déficit afectivo-emocional.
Fuente
González Cifuentes, Carlos Eduardo, y de Greiff, Elizabeth Ángel, y Avendaño Prieto, Bertha Lucía (2011). Comorbilidad entre ansiedad y depresión: evaluación empírica del modelo indefensión desesperanza. Psicologia. Avances de la disciplina, 5 (1), 59-72. [Fecha de consulta 12 de mayo de 2020]. ISSN: 1900-2386. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=2972/297224114006