S. Chess y A. Thomas1 definieron el temperamento como un estilo de conducta, como la forma en que las personas se comportan, independientemente de la motivación o lo bien o mal que lo hagan; probablemente de origen biológico, y que va a influir en el desarrollo del individuo.
Realizaron un proyecto longitudinal y prospectivo con el que determinaron la existencia de tres categorías de temperamento: fácil, “de calentamiento lento” y difícil. Este trabajo ha sido el punto de partida de otros como el Dunedin Study2 que concluye que el temperamento observado a los tres años de edad permite predecir los trastornos de conducta, la estructura de la personalidad y la calidad de las relaciones interpersonales en el adulto joven, así como la adaptación social, laboral e incluso el riesgo para padecer un trastorno psiquiátrico Graham y Rutter señalan la importancia de distinguir entre síntomas de enfermedad y rasgos de personalidad, pues en
ocasiones existen características del temperamento tan adversas que resultan complicadas de distinguir de verdaderos síntomas afectivos o comportamentales, e incluso que existen características del temperamento muy predictivas de la aparición posterior de algún trastorno psiquiátrico.
En esta misma línea están las aportaciones de autores como Buss y Plomin que argumentan la existencia de tres rasgos principales del temperamento: emotividad, actividad y sociabilidad. Aparecen desde la infancia y muestran una gran heredabilidad, pero su forma de expresión final dependerá de la interacción con el ambiente.
Aunque de forma general la emotividad se relaciona con cuadros depresivos, la actividad con problemas atencionales y la sociabilidad con delincuencia, esta evolución del temperamento no es similar en todos e incluso existen diferencias por sexos.
Describe que las niñas con trastornos ansiosos y depresivos presentan un temperamento en la infancia caracterizado por una alta emotividad y baja sociabilidad, mientras que en los niños se caracteriza solo por una alta emotividad. Los problemas atencionales aparecen en niños con alta actividad y alta emotividad, pero es ta asociación no se da en las niñas.
En el caso de la sociabilidad, esta se relacionaba con un comportamiento delincuente en ambos sexos.
En la actualidad, una propuesta interesante en relación con los modelos psicobiológicos de la personalidad es la que realiza Cloninger. Para este autor resulta importante distinguir entre temperamento y carácter. El temperamento se refiere al componente de la personalidad que se hereda de forma moderada, se mantiene estable a lo largo de la vida y está en relación con los hábitos, emociones y respuestas automáticas.
Fuente
Pelaz Antolín, A., y Bayón Pérez, C., y Fernández Liria, A., y Rodríguez Ramos, P. (2008). Temperamento, ansiedad y depresión en población infantil. Pediatría Atención Primaria, X (40), 617-625. [Fecha de consulta 12 de mayo de 2020]. ISSN: 1139-7632. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=3666/366638709005