No ha habido escasez de apoyo público y reconocimiento internacional para aquellos que trabajan en primera línea en la batalla contra el SARS-CoV-2, más comúnmente conocido como COVID-19. Aún así, se sabe que los síntomas de depresión, ansiedad e insomnio afectan desproporcionadamente a los trabajadores de la salud, especialmente en tiempos de crisis.
Para comprender mejor los efectos nocivos de la pandemia de COVID-19 en enfermeras, médicos y otro personal médico, un equipo de investigadores ha recopilado y cuantificado mediciones de salud mental de trabajadores de la salud en 34 hospitales de China en una nueva investigación publicada en JAMA Network Open .
Los investigadores utilizaron una serie de cuestionarios de autoinforme para evaluar los pensamientos y comportamientos entre los trabajadores médicos, con un enfoque en la depresión, la ansiedad y el insomnio, agrupando a los participantes según los síntomas ausentes, leves, moderados o severos.
Los resultados confirman lo que muchos han sospechado o sabido intuitivamente: los trabajadores de la salud en la primera línea de la crisis experimentan niveles significativamente mayores de depresión, ansiedad e insomnio que sus colegas que no están en contacto directo con el virus o los enfermos. Aproximadamente la mitad de los participantes informaron haber experimentado síntomas de depresión y ansiedad, mientras que aproximadamente un tercio tuvo problemas para dormir. Un revelador 71% de los encuestados reportaron experimentar angustia general y duradera.
El estudio también destacó el efecto exagerado que sienten las enfermeras, las mujeres, las personas que trabajan en Wuhan (zona cero para la pandemia de COVID-19) y los llamados médicos de primera línea: aquellos directamente involucrados en el diagnóstico, tratamiento y atención de pacientes con enfermedad. Además, las mujeres “que tenían un título profesional intermedio se asociaron con síntomas graves de depresión, ansiedad y angustia”, mientras que los trabajadores de la salud en los hospitales terciarios estaban significativamente más ansiosos y deprimidos que los que trabajan en hospitales secundarios. Trabajar en primera línea se correlacionó con un mayor riesgo de todas las medidas: depresión, ansiedad, insomnio y angustia.
Los estudios futuros se beneficiarán al incluir una mayor variedad de participantes, el estudio actual tiene una población mayoritariamente femenina proveniente de la provincia de Hubei. Además, será importante estudiar la evolución de los síntomas con el tiempo: la investigación longitudinal que comienza temprano será de gran beneficio para comprender cómo las personas experimentan los síntomas con el tiempo.
Este y otros estudios similares son doblemente importantes. No solo ayudan a informar a la población general y a la comunidad científica de los riesgos psicológicos de la profesión médica en tiempos de crisis, sino que también nos ayudan a comprender cómo experimentan los síntomas estos individuos y qué se puede hacer para mejorar su bienestar.