Las personas suelen usar el término de presión, cuando hablamos de que un sujeto, se encuentra en un estado de tristeza o melancolía, pero la depresión, no es tan simple como esto, ya que las emociones de melancolía o tristeza son pasajeras, por lo cual, no podemos hablar de que existe un trastorno depresivo.
Se clasifica como trastorno depresivo, cuando estos estados de ánimo, afecta la vida diaria y el desempeño normal del sujeto, es decir, un estado de tristeza profundo o melancolía profunda.
Es sencillo notar cuando una persona de verdad es depresiva y cuando no, por ejemplo si a un sujeto, le va mal en un examen de la escuela y te dice me siento “depre”, pero a la hora siguiente, o al día siguiente está completamente normal, como si no hubiese pasado nada, es simple no tiene depresión, pero, si en esta misma situación, el sujeto deja de realizar sus actividades normales, se aparta del círculo social, no quiere salir de casa, no quiere comer, siente culpa, presenta un estado de tristeza profundo, o de melancolía profunda, es claro que existe una razón patológica, existe una gran diferencia entre una y otra ya que la primera, no afecte el ritmo de vida del sujeto, pero en el caso de la segunda, afecta de manera clara la vida diaria y el desempeño normal de ese sujeto.
Existe una distinción Clara entre la depresión
La depresión endógena
Es aquella qué es causada por un problema del tipo fisiológico, es decir, que existe un desequilibrio en los niveles de serotonina, lo cual indicaría una deficiencia en los núcleos del rafe, los cuales producen este neurotransmisor, esto puede deberse a un factor genético por lo cual puede ser hereditario, recordando que este neurotransmisor, es el encargado de la regulación emocional, entre otras funciones.
Depresión exógena
Es aquella que se debe a factores externos, es decir que puede ser desencadenada por algún evento estresante o traumático, de la misma forma puede ser aprendida.
Causas
Como mencionamos con anterioridad, está por lo general es transmitida de padres a hijos, ya sea de manera genética o aprendida, otras causas pueden ser:
Alcoholismo, drogadicción, afecciones como cáncer, eventos estresantes o traumáticos, aislamiento social, etc.
Síntomas
Estos varían de persona a persona, en cuanto a la gravedad, la frecuencia y la duración de los síntomas.
Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad, vacío, desesperanza, pesimismo, culpa, impotencia, irritabilidad, inquietud.
Pérdida de interés en las actividades cotidianas o pasatiempos, fatiga, dificultad para concentrarse, insomnio, comer de manera excesiva o pérdida de apetito, pensamientos suicidas, dolores o malestares persistentes como dolores de cabeza, cólicos problemas digestivos.
Tratamiento
Debido a que existen diversos factores que pueden ocasionar este trastorno, es necesario un tratamiento multidisciplinario, en este caso psicológico y farmacológico.
En el caso del tratamiento farmacológico, suelen administrarse los inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina y en el caso de la depresión mayor imipramina.
La duración del tratamiento farmacológico, psicológico así como el tipo de fármaco, dependerá del tipo de depresión que se presente, así como de cada paciente, ya que no todos necesitan fármacos, o las mismas terapias psicológicas, de ahí la importancia de visitar a un profesional de la salud mental.