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Dificultades para el diagnostico del trastorno limite de la personalidad (TLP)

La condición borderline sigue en busca de una identidad, como los pacientes a los que acoge bajo su denominación: si estos manifiestan inestabilidad en sus áreas vitales y confusión (difusión) en la identidad, el concepto límite sufre estas mismas características por ser inestable, confuso y con una identidad en entredicho.

Es algo heterogéneo, sin consistencia ni estructura interna, con manifestaciones incongruentes y conductas contradictorias no asignables a ningún cuadro específico, o, más bien, el paciente portador de estos síntomas puede ser asignado a muchos cuadros, convirtiéndose así en una especie de compendio del DSM-5.

El diagnóstico límite puede convertirse en un cajón de sastre donde depositar nuestras dudas e incertidumbres sin pillarnos los dedos. Como afirmaba Knight (12), este rótulo, cuando es empleado como diagnóstico, expresa más información acerca de la incertidumbre e indecisión del psiquiatra que sobre la condición del paciente.

O como más recientemente ha apuntado Akiskal (13), “el TLP, más que ser un trastorno específico de la personalidad, representa un conjunto de trastornos de la personalidad”. Asimismo, Millon (14) indicaba que “el propio término presagia problemas de definición. Por lógica, todo aquello que en principio se conoce por lindar con algo, como es natural, no puede constituir en sí mismo una entidad propia”.

Hernández Espinosa (15) definió la concepción tradicional de la personalidad límite como una personalidad fronteriza entre la neurosis y la psicosis que participa de las características de ambas sin ser plenamente ni la una ni la otra. Es decir, la considera un puente, un enlace. Lo más curioso surge cuando, ahondando en las distintas concepciones que se han tenido de ella, se observa cómo el borderline de Estados Unidos no se corresponde exactamente con la noción de estados límite de Francia o de otros países de Europa. No sólo hay diferentes significados según los autores y las concepciones teóricas, sino según el continente o, incluso, el país.

En psicopatología se tiende a separar radicalmente la perspectiva estructural de la descriptiva, plasmándose ese divorcio en el desorden que nos ocupa: nos referimos a los conceptos de organización límite y trastorno límite de la personalidad. La primera corresponde a una perspectiva estructural de corte psicodinámico, mientras que la segunda implica una formulación descriptiva.

Pertenecen a modelos teóricos diferentes aunque no incompatibles, puesto que de su complementariedad se deriva una gran riqueza diagnóstica. Incluyendo estas dos nociones, a lo largo de la historia se han identificado al menos once formas diferentes de entender el concepto borderline, la mayoría de ellas coincidentes en el tiempo, derivadas de distintas herencias teóricas, relacionadas con la adscripción a distintos grupos diagnósticos o
a diferentes raíces etiológicas.

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