La revolución digital y tecnológica ha traído grandes avances y comodidades a nuestras vidas, muchas de ellas ya son irrenunciables para nosotros, por ejemplo, los teléfonos inteligentes o las redes sociales. No obstante, también existen ciertos problemas vinculados al gran avance de la tecnología, desde algunos que tienes que ver con la privacidad de los usuarios, hasta nuevos padecimientos médicos originados a raíz de esta nueva era.
Centrándonos ahora en lo psicológico, desde siempre ha existido la creencia (de la cual puedes formar parte) de que la tecnología es mala, pues puede producir cambios en nosotros, como en la personalidad, o salud en general (lo más sonado son problemas en la vista). Y si bien tales afirmaciones tienen sustento y son válidas (desde principios de la revolución digital diversos estudiosos nos han avisado del peligro tecnológico), normalmente los problemas se experimentan luego de un gran abuso a las nuevas herramientas y no si estas son usadas de manera controlada.
A raíz de usos cada vez más desmedidos de las herramientas informáticas, psicólogos en todo el mundo han detectado nuevos trastornos en las personas, tales como la nomofobia, el síndrome FOMO y el estrés tecnológico (del cual nos corresponde hablar el día de hoy).
Mejor conocido como Tecnoestrés es un término empleado por primera vez en el año de 1984 por el psiquiatra Craig Brod, que definía este trastorno como “La frustración debida a la falta de habilidad al controlar las nuevas herramientas tecnológicas”.
Posteriormente y con en boom que significaron los grandes avances, la mayoría de las personas ya sabían manejar computadoras y los novedosos teléfonos inteligentes, la definición del padecimiento quedaba un poco obsoleta, lo que llevó a la investigadora Marisa Salanova a reformular la teoría del trastorno. A día de hoy el tecnoestrés es definido como “La demanda excesiva de energía y activación psicofísica en nosotros”.
En la práctica, el tecnoestrés es representado en nuestra vida en forma de esa pequeña fuerza incomprensible en nosotros que nos obliga a mirar nuestro móvil cada 20 segundos, o bien, al gasto de energías excesivo en herramientas como computadoras o móviles; eso explica por qué muchas personas luego de consumir contenido de redes sociales o plataformas de vídeos quedan exhaustos y cansados.
El trastorno pudiera parecer en principio poca cosa, pero sus implicaciones se agudizan conforme pasamos más tiempo centrados en las herramientas tecnológicas y por consiguiente, las nuevas generaciones dominen y creen nuevos artefactos y plataformas que superen a las que tenemos hoy en día. Problemas asociados a la condición de Tecnoestrés se dan en el ámbito laboral, cuando empleados con puestos centrados en la tecnología argumentan sentirse agobiados por su trabajo. Asimismo, en los últimos años, ha habido un aumento en personas con ansiedad (muchas de ellas a causa del estrés tecnológico y sobrecarga de información digital). De igual forma y vinculado a lo anterior, se ha formalizado la existencia de 3 tipos de tecnoestrés:
Tecnoansiedad (ansiedad tecnológica): El revisar el móvil cada 5 minutos compulsivamente resulta ser la forma más común de este tipo de tecnoestrés. También suelen aparecer características como nerviosismo, sudoración o sensaciones desagradables o de vacío.
Tecnoadicción (adicción tecnológica): Es la forma más grave del tecnoestrés, en la cual el sujeto es totalmente dependiente de las tecnologías y tiene que estar conectada a ellas siempre.
Tecnofatiga (Fatiga por el uso de la tecnología): Como lo indica su nombre, es el cansancio por el uso de tecnologías (normalmente ocular, pero también del tipo mental debido al gran exceso de información al que estamos expuestos).