Ser la víctima en una situación nos asegura una liberación de responsabilidad en un acto, así como también la toma de una posición de indefensión y desamparo; Si se quiere eludir la responsabilidad, el victimismo resulta ser la salida por la que muchos optan debido a que suele ser la más fácil en muchos casos. Es como si te preguntaran: ¿Qué prefieres, ser el responsable de algo que afectó a mucha gente, o bien te gustaría pasar desapercibido disfrazándote como un afectado más en dicha situación? Seamos honestos, la mayoría elegiría la segunda opción aún sabiendo la responsabilidad que cargamos, pues preservaría nuestro bienestar y nos libraría de muchos problemas. El día de hoy hablaremos del victimismo y cómo esto nos puede afectar en la vida.
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¿Victimismo, o victimización?
Aunque estas dos palabras suelen emplearse como sinónimos en la mayoría de las ocasiones (lo cual es hasta cierto punto correcto), en ciertos ámbitos el significado puede variar; mientras que el victimismo en psicología se emplea para aquellas personas que tienden a ver su vida como injusta o con “mala suerte”, lo cual pudiera ocasionar evasión de responsabilidades o en una vida llena de quejas y resentimientos. La victimización por su parte es un término más apegado a la criminología y su rama de victimología, que se centra en los roles que ejercen las personas en situaciones violentas en su mayoría.
Sabiendo estas pequeñas diferencias, ahora podemos conocer más este rasgo de la personalidad tan arraigado entre las personas:
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Causas del victimismo
- El victimismo se relaciona mayormente con la llamada “disonancia cognitiva”, es decir, actuar de forma congruente con nuestra percepción. Si pensamos que nuestra vida está plagada de necesidades, nuestras acciones y pensamientos futuros responderán a la percepción impuesta; esto explica porqué las supuestas “víctimas” son un mar de quejas interminables.
- Pese a lo anterior, ciertamente, una persona por sí misma no elige ser la víctima (al menos en un principio), sino más bien puede deberse a una serie de casos desafortunados reales que desencadena una ola de percepciones irreales sobre su situación. Si el sujeto sigue cree por mucho tiempo que en su vida solo ocurren decepciones, injusticias e infortunios se acostumbra a su posición, creando una zona de confort en el victimismo.
- Las personas intolerantes son las primeras que justifican su responsabilidad a través de la victimización, pues no soportan fracasos en su vida: Pongámonos en la piel de estos sujetos e imaginemos lo siguiente; resulta ser que emprendemos un negocio y desafortunadamente este fracasa. Una persona intolerante automáticamente negaría su culpa en la quiebra, y atribuiría el fracaso a factores externos, como el gobierno, la competencia, e inclusive en lo más alto del victimismo, serían capaces de pensar que existe una conspiración en contra de ellos. Claramente el dueño del negocio no tiene la culpa, sino todos los demás ¿Cómo puede afectar esta percepción en la calidad de vida? Piénsalo.
- Cabe también que el victimismo sea aprendido de alguien más; la indefensión aprendida es un término usado mayormente en las relaciones de padres e hijos, pero también aplicaría en las situaciones como las del punto 2, donde el sujeto no pudo cambiar el rumbo por su cuenta en una situación, y por consecuencia se crea la idea que no puede hacer nada por su destino En el caso de la indefensión aprendida por parte de los padres: hay situaciones donde los mayores enseñan a sus hijos lo frágiles e indefensos que son, necesitando siempre la protección de alguien. Esto se hace con el fin de concientizar a los más pequeños sobre los peligros del exterior. Sin embargo, si la práctica suele prolongarse por mucho tiempo, el niño llevaría dentro de su pensamiento el victimismo, sintiéndose indefenso en el mundo exterior.
¿Qué piensas del tema? ¿Qué consecuencias podría tener la victimización en las personas? ¡Cuéntanos!